El crecimiento explosivo de la
pequeña minería y minería artesanal ha estado asociado directamente a crisis
económicas, sociales o políticas. Hacia 1925, en la crisis del caucho, desde el
gobierno nacional se promovió la colonización de mineros de oro hacia Madre de
Dios. En la década de los 80 del siglo pasado, se experimentó un nuevo
crecimiento que tuvo su explicación en dos fenómenos concurrentes, por un lado
la proliferación de la informalidad como respuesta a la crisis económica en que
nos sumieron los gobiernos de Belaúnde y García, y por otro, sectores importantes
provenientes de comunidades campesinas, nativas y de zonas rurales, que
migraron
debido a la guerra interna,
soportando la presión tanto de Sendero Luminoso como de las fuerzas armadas y
policiales. La minería artesanal, particularmente de oro, se convirtió así en
un refugio y en un medio de vida; se convirtió en una estrategia de
sobrevivencia para estos sectores, así como en el mundo urbano proliferaron las
pequeñas y micro empresas informales.
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